Zapatos de tacón



Aplicando los mecanismos de la causalidad troyana, habría que concluir que debemos a unos zapatos de tacón esa fabulosa novela, Madame Bovary. Flaubert había escrito un tostón disparatado, Las tentaciones de San Antonio, que leyó a algunos amigos: uno pensó que se había vuelto loco; otro, más bondadoso, que debía dejar la pluma y dedicarse a pasear como buen burgués; un tercero, que había luchado en Argelia, confesaría más tarde que lo había pasado mejor siendo tiroteado por los kabileños. El grueso normando quedó abatido. ¿Debería dejar de escribir? En ese momento, Flaubert se enamoró de Louise Colet. "Guardaba en su escritorio, entre cartas y ciertas prendas y objetos de su amante, los botines que Louise Colet había llevado en su primera noche de amor y que, a menudo, como le cuenta a ella en sus cartas, las sacaba para acariciarlas y besarlas" (Mario Vargas Llosa, La orgía perpetua). Aquellos zapatos le sirvieron de inspiración.



En inglés, la palabra inglesa heels (‘zapatos de tacón’) procede del antiguo germano haljo (‘inframundo’), a través de hell… No, I'm kidding you. Me gustan las etimologías apócrifas, como a cualquiera (como le gustaban a Quevedo, que pensaba que todas las palabras procedían del hebreo), pero estaba bromeando. Aunque supongo que para la mayoría mujeres llevar tacones debe ser un infierno: Eva Longoria (155 centímetros) quizá se arrepintió de su boda con Tony Parker (188 centímetros).

Por esto último, muchas actrices de Hollywood, a few celebrities, se casan con hombres mucho más bajos que ellas y tienen que conformarse con llevar zapatos planos; las más desvergonzadas calzan bailarinas, ballerinas, que les permiten exhibir impúdicamente el empeine. Para Carla Bruni (176 centímetros) supuso un alivio la altura de Nicolas Sarkozy (168 centímetros). También es verdad que las que se casan con bajitos tienen un armario lleno de zapatos que no pueden ponerse. Nicole Kidman (179 centímetros) aseguró que tuvo que divorciarse de Tom Cruise (172 centímetros, o al menos eso dice él) antes de que sus zapatos, her shoes, pasaran de moda. "I can wear high heels again", dijo. Algo similar le ha sucedido a Katie Holmes (sólo 175 centímetros). Por cierto, en inglés, heels tiene una etimología muy prosaica: esta palabra procede de heel (antiguo germánico hanhilon, ‘parte trasera del pie’).

La función de cualquier zapato es proteger los pies; los zapatos de tacón pretenden hacerlos más bellos y más hermosas a las que los llevan.



Nuestra antigua alcaldesa decía (ella sabrá por qué) que “para lucir hay que sufrir”. Es lo que han tenido que hacer las mujeres que quieren contonearse sobre unos zapatos de tacón. Paris Heelton, perdón, Hilton, lo sabe bien: no se los quita ni cuando está realizando servicios a la comunidad. Después de todo, tiene su propia línea de footwear y tiene que promocionarla. Ella sabe bien qué es lo primero en que un hombre se fija.