Nicolás II y Kim Jong Il



Enviados eran los andrajosos soldados rusos contra alemanes y austriacos sin balas, sin fusiles. No podía faltar, empero, el mejor champán francés en la mesa del zar. A los aliados de la Entente les preocupaba especialmente que Nicolás pudiera seguir disfrutando del delicioso Heidsieck.

Otro país, otra época, otro autócrata. Los norcoreanos se mueren de hambre, pero su presidente, el Querido Líder, tiene gustos caros: cada año trueca medio millón de euros por cajas y cajas de exclusivo Hennessy.