Panamá



Atónitos, leyeron la noticia en un periódico neoyorkino: se enteraron así los colombianos de que una de sus provincias se iba a independizar. ¿Cómo? El asombro les duró varias semanas, pero aliviados comprobaron que nada pasaba en el istmo. Hasta que un día se presentó en la frontera el general Tovar, comandante de la guarnición de Panamá.

—Los gringos han ocupado el departamento —dijo secamente el bravo militar.

El gobierno colombiano, desde luego, arrojó a Tovar a una celda y comenzó a pensar qué hacer. Finalmente  decidió dejar la enérgica respuesta en suspenso hasta que no se resolvieran otros problemas más urgentes del país.

Mientras tanto, en el istmo, un ingeniero francés, Philippe-Jean Bunau-Varilla, entregaba la zona del canal a Estados Unidos. A perpetuidad. El resto del país, selva y más selva, fue dejado a los panameños, que todavía no se habían enterado de qué iba todo el asunto.