Todo un problema ese de Gibraltar. Por un lado, es absurdo que un país de la Unión Europea cuente con una colonia en el territorio de otro: es como si Italia siguiera poseyendo Rodas o Suecia, Bremen. Pero ¿qué hacer con los gibraltareños? La respuesta es clara: que regresen a sus casas. Los habitantes originales de Gibraltar fueron expulsados por los británicos y, en su mayoría, se refugiaron en Los Barrios. Los gibraltareños actuales son un zocueco de genoveses, malteses, árabes, judíos, indios y, sí, algunos británicos, a los que se llama llanitos, palabra que probablemente procede del nombre italiano Gianni.
Desde luego, esos gibraltareños apócrifos tienen derechos. Si algún Zapatero futuro entregara las ciudades norteafricanas españolas al Reino de Marruecos, ceutíes y melillenses cristianos, judíos, hindúes y musulmanes, supongo, tendrían que ser acogidos en la península. Eso es lo que los británicos deberán hacer con los llanitos. Es cosa suya si además les quieren entregar un trozo de la costa de Dorset, de Devon o de Cornualles para que funden un New Gibraltar cuyos habitantes no tengan representante alguno en los Comunes, que cuente con 100.000 líneas telefónicas, que admita en su puerto submarinos nucleares y barcos que reposten petróleo, que tenga todas las aguas jurisdiccionales que quieran concederle.