Yo mismo soy una grotesca prueba de lo que afirmaba Mark Twain: Dios hizo al hombre al final de una agotadora semana de trabajo. Sin embargo, Darwin imaginó la extraña teoría de que los seres vivos han ido evolucionando a lo largo de miles, de millones de años.
Philip Henry Gosse puso las cosas en su sitio. En Ónfalo sugiere que Dios creó la Tierra para que pareciese antigua a propósito; por ello incrustó fósiles en las rocas y dotó a Adán de un inútil ombligo (ὀμφαλός). A todos los que puedan pensar que esta teoría es descabellada, basta con recordarles las películas de George Lucas: los decorados han sido envejecidos, todo parece usado, desgastado, los androides semejan lavadoras que han pasado por demasiados centrifugados, el Halcón Milenario es una chatarra ajada, milenaria. Es lo que hizo Dios, según Gosse.
Desgraciadamente, la sociedad victoriana no podía aceptar que Dios fuera un bromista.
—¡¡Dios no ríe!! —gritaron.