Trabajadoras chinas |
Se ha
producido lo inconcebible. En las Cortes españolas, Alberto Garzón, diputado
del Partido Comunista, criticando la opresiva política laboral del gobierno,
reprochaba a Luis de Guindos, ministro del Partido Conservador, que quería
convertir el país “en una especie de China”. Y además ponía cara de haberle
lanzado un insulto atroz. ¿Qué partido gobierna China? Ah, sí, el PCCh, siglas
que significan no Partido Capitalista de China sino Partido Comunista de China.
¿Estaba
sugiriendo el diputado del PCE que en China haría falta una revolución que
acabara con la explotación de los obreros? ¿O acaso que las revoluciones
comunistas son un embuste? No tengo ni idea, ni tampoco tengo ganas de discutir
con los de su especie. It is useless, pues le acaban dando vuelta a todos los
argumentos y encuentran justificación para todo. Hace años, un articulista
español, Eduardo Haro Tecglen, se lamentaba de que la presión política y
militar a la que habían sometido a la URSS los países capitalistas (la Alemania fascista y los fascistas Estados Unidos), había hecho fracasar el sueño socialista. Desde luego, ni Stalin ni
Brezhnev ni otros líderes soviéticos ejercieron ninguna presión política y
militar sobre ningún país.
En
definitiva, uno de los pocos Estados comunistas del mundo se ha convertido en
un país ultracapitalista que explota a sus trabajadores a unos niveles que no se conocen desde la época de... Marx. Corea del Norte avanza por la misma
senda. Ya mismo Kim Jong-un lanzará el invitable enrichessez-vous: los hombres
se apresurarán a vestir trajes de Valentino y las mujeres, siguiendo el ejemplo
de la esposa del líder, exhibirán bolsos de Dior.
La camarada Ri Sol-ju y su bolso de Dior |
"Los animales de afuera miraron del cerdo al hombre, y del hombre al cerdo, y nuevamente del cerdo al hombre; pero era imposible discernir quién era quién."