Trío de las Azores



Todavía se recuerda ese trío que fue cuarteto o, mejor, dúo. El imaginario de algunos comentaristas sigue dominado por la superchería del Trío de las Azores, la reunión en que, según informa la fidedigna Wikipedia, se encontraron George W. Bush, Tony Blair y José María Aznar en marzo de 2003. Fue allí donde, supuestamente, se decidió la invasión de Iraq. Al parecer, Estados Unidos no tenía preparado su ejército, no: Bush, en las Azores, alentado por Aznar, apretó un botoncito y las tropas estadounidenses, como si fueran autómatas de la Federación de Comercio, comenzaron a desplegarse en la frontera iraquí.

Desde el principio me resultaron extrañas algunas cosas. ¿Se reunieron estos tres presidentes en las Azores sin contar con Portugal? No, desde luego que no. El primer ministro de Portugal, José Manuel Durão Barroso, también estuvo en esa reunión. No quedó demasiado manchado por ella, pues al año siguiente se convertiría en presidente de la Comisión Europea. En Portugal, incluso, se cree que fue gracias al papel de anfitrión que desempeñó en las Azores. “Durão Barroso foi premiado com o cargo de presidente da Comissão Europeia. Toda a gente relacionou o facto com o apoio do governo português, que ele chefiava, à política norte-americana de guerra ao Iraque.” De manera que el trío era, en realidad, un cuarteto.

–Entonces, ¿por qué se habla del Trío de las Azores?

–Yo qué sé. Quizá los periodistas españoles no se habían enterado de que las Azores estaban en Portugal, pensaban que Durão Barroso era un presidente autonómico o algo así.

–Me parece que se está burlando.

–O quizá sea verdad aquello que los españoles sufren ese complejo de amputación del que hablaba Saramago: Portugal no existe, dejó de existir después de que se firmara el Tratado de Lisboa.

–¿El Tratado de Lisboa? ¿Qué es eso?

–Vamos a dejarlo.




–¿No podrá negarme que España participó en la guerra de Iraq?

–No, ni mucho menos. Ningún soldado español luchó en la guerra; España no envió tropas hasta meses después de que los estadounidenses ocuparan Bagdad.

–Ah, pero España envió efectivos de ocupación y Portugal, no. ¿Recuerda? Envió tropas a lo que el ministro de Defensa llamó una provincia llena de huertos.

–Portugal también envió tropas.

–Brrr… Por culpa de Aznar, las costas de Galicia se llenaron de chapapote.

–¿?

–Entonces, ¿estuvo justificada la guerra de Iraq?

–No, ninguna guerra es justa. Cualquier guerra es terrible, atroz. Pero no hay que criticar a Estados Unidos por invadir Iraq, como si este país fuera Bután o la República Checa. El Iraq de Sadam no era la República Checa, no era un país pacífico y democrático. Sadam era un dictador, un autócrata que había atacado Irán y Kuwait, que había masacrado a los kurdos y a los shiíes. Unos años antes, se criticó al padre de Bush por no derrocar a Sadam.

–Los iraquíes no tenían armas de destrucción masiva.

–Sadam Husein era un genocida: él era el arma de destrucción masiva.

–¡Esa es buena! Sadam Husein, un arma de destrucción masiva.