O.J. Simpson


“Todo el mundo sabía que había sido O.J., pero los corifeos se volvían locos buscando la verdad oculta. Los lacayos de los medios de comunicación atacaban la verdad con fuerza cada vez mayor.” Ellroy escribió esto en Mis rincones oscuros, el libro que dedicó a su madre. Después de casi cuarenta años, trataba de descubrir quién había asesinado a Jean Ellroy. Sin embargo, la labor era casi imposible: los testigos habían olvidado o muerto, no había muestras biológicas. Al mismo tiempo que Ellroy trataba de conseguir alguna nueva prueba, se estaba celebrando ese circo mediático que fue el juicio de O.J. No faltaban evidencias en este caso.

Nicole Brown, su segunda mujer, había acusado a Simpson de violencia doméstica en 1989. Él recurrió al nolo contendere: no admitió su culpabilidad ni defendió su inocencia. Se divorciaron en 1992. El 12 de junio de 1994 Nicole Brown y su amante, Ronald Goldman, fueron asesinados. Todas las pruebas apuntaban a Simpson.



El juicio adoptó un componente racial: la policía blanca y la justicia blanca trataban de condenar a otro negro inocente. Los caros abogados de Simpson sembraron dudas en el jurado (9 Blacks, 2 Whites, 1 Hispanics) y consiguieron que éste fuera declarado “not guilty”. Alguien apuntó que no es que un negro hubiera evitado una condensa injusta, sino que otro rico había eludido la justicia. En 2006 Simpson anunció, desvergonzado, petulante, que publicaría un libro en el que relataría cómo habría asesinado a su esposa y a su amante... si hubiera sido culpable de sus muertes.

En 2007 llegó lo chusco: se celebró un juicio civil contra Simpson. Fue declarado responsable de la muerte (wrongful death) de Ronald Goldman y de asalto contra Goldman y Nicole Brown. Se le obligaba a pagar 33,5 millones de dólares. Se declaró insolvente.

Los problemas con la justicia de Simpson continuaron: él debía verse como una especie de Patrick Bateman. But crime always pays. Fue detenido en 2007, acusado de robar algunos objetos a Bruce Fromong en una habitación del Palace Station Hotel-Casino de Las Vegas. Alegó que la puerta estaba abierta y que esos objetos (sports memorabilia) le habían sido robados anteriormente. Se montó el habitual circo: consiguió que su primer juicio fuera declarado nulo, huyó a Florida. Esta vez, empero, Simpson no iba a salir tan bien librado. En 2008 fue condenado por robo y secuestro: entre 9 y 33 años. Pidió la libertad condicional mientras se desarrollaba la apelación, pero le fue denegada. En 2010, el Tribunal Supremo de Nevada confirmó la condena. Simpson no abandonará el Lovelock Correctional Center antes de 2017.