Baesa



Hace muchos años, visitando Córdoba, un aviso en la puerta de un bar me dejó sorprendido: "Los martes se sierra". Mi mente infantil llegó a la conclusión de que aquel local era bar durante seis días y carpintería los martes. Tardé en asociar esa grafía con ese peculiar acento que aquí, en el Santo Reino, tienen andujeños y baezanos. Los primeros, por su cercanía a la seseante Córdoba, mantienen su graciosa forma de hablar. Los baezanos, por el contrario, se empeñan en disimularla. Sólo los viejos siguen seseando, mientras que los más jóvenes, los menores de cincuenta, de cuarenta años, se sienten avergonzados cada vez que se dan un golpaso, van a la plasa, les duele la cabesa. Ni siquiera la invasión de culebrones hispanoamericanos ha hecho que la marea antiseseante cese o remita. Ya quedan pocos baesanos.