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Carlos II (1660-1685) y Luis XVIII (1815-1824) |
El largo exilio aniquiló su pugnacidad: Carlos II pasó diez años fuera; Luis XVIII, más de veinte. Cuando regresaron a sus países, no se empeñaron en restaurar la situación anterior. No tenían fuerzas, ni valor. Carlos se limitó a desenterrar y ahorcar el cuerpo de Cromwell, el asesino de su padre; Luis ordenó fusilar al bravo Ney y cesó a Fouché, uno de los diputados regicidas. Hasta ahí llegó su venganza. Luis XVIII, cansado de los empellones verbales de su hermano, llegó a decirle que hiciera lo que le pareciera cuando ocupara el trono, pero que le dejara a él terminar de reinar en paz.
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Jacobo II (1685-1688) y Carlos X (1824-1830) |
Jacobo II comenzó a reinar en 1685. En 1688 una revolución le obligó a exiliarse de nuevo. Carlos X, cuando sólo era conde de Artois, fue uno de los más activos contrarrevolucionarios. Los años de exilio resultaron los más felices de su vida. Sucedió a su hermano en 1824 y seis años después, en 1830, sus ingratos súbditos decidieron arrojarle al exilio otra vez.