Cuando estalló la URSS, tenía 288 millones de habitantes; la población de Rusia era de 148 millones. Diez años después, se había reducido a 146 millones y Pakistán había superado a Rusia como sexto país más poblado del mundo. En 2011, a pesar de una tasa de natalidad del 12 por mil, la población rusa seguía siendo de 146 millones. En 2021, treinta años después del fin de la URSS, la población rusa será de 141 millones; Rusia se habrá convertido en el noveno país más poblado, superado por Bangladesh y Nigeria. A mediados del siglo XXI, Rusia sólo tendrá 126 millones de habitantes y será el decimocuarto país más poblado, superado, entre otros, por Congo-Kinshasa, Egipto y México.
Cada vez hay menos rusos. ¿Por qué? La tasa de mortalidad es una de las más altas del mundo: 16 por mil, casi el doble de la que hay en la mayoría de los países desarrollados. Los demógrafos tratan de dar explicaciones: alta accidentalidad (hay en Rusia un Ministerio de Situaciones de Emergencia), tabaquismo, alcoholismo, contaminación ambiental. La esperanza de vida de los hombres apenas llega a los 63 años (en Japón es de 77 años); a los dirigentes rusos no tienen que preocuparles las pensiones. Está claro que la secesión le ha sentado mal a Rusia.
