4'33''

Disfrutando el silencio de John Cage

Serge invita a su amigo Marc a casa para que contemple su última adquisición, un cuadro de 200.000 francos. El lienzo está en blanco. Comienzan a discutir sobre su significado. ¿Qué ha querido expresar el autor? Piden la opinión de Yvan, un amigo común, cuyos juicios respetan. Éste es el argumento de Arte, de Yasmina Reza. 

En música, hace ahora sesenta años que se estrenó la pieza en blanco, la obra silenciosa, 4’33’’, de John Cage. El título hace referencia a la duración de la pieza, aunque supongo que Karajan, en caso de haberla incluido en alguno de sus conciertos, la habría liquidado en poco más de cuatro minutos. A los programadores de Radio Clásica les fastidia que las orquestas interpreten esta pieza: no se aprecia bien por las ondas, sólo se escuchan sonidos de estática, niños jugando en la calle, una copla de Radiolé, el ruido (o la música) de las cañerías. 

Borges decía que en el arte contemporáneo no importa tanto la obra sino la interpretación que se haga de ella: esta exégesis, muchas veces, constituye la auténtica obra de arte. En ese sentido, Cage se empeñó en explicar su obra, que había sido mal entendida por público y crítica. “No existe eso llamado silencio. Lo que pensaron que era silencio, porque no sabían cómo escuchar, estaba lleno de sonidos accidentales. Podías oír el viento golpeando fuera durante el primer movimiento. Durante el segundo, gotas de lluvia comenzaron a golpetear sobre el techo, y durante el tercero la propia gente hacía todo tipo de sonidos interesantes a medida que hablaban o salían.” Sí, vamos, que lo que se escuchaba en la sala era el rugido de la indignación. 

En 1962, Cage ofreció una obra aún más audaz, 0’00’’. Se mostró demasiado tímido. Debería haber compuesto una pieza de impulso mahleriano, 111’55’’, de cinco movimientos, para cuya interpretación fuera necesaria una gran orquesta, un coro.

El arte moderno se ha montado en un tigre del que ahora resulta difícil bajarse. Lo que se compone para la sala de conciertos, en muchas ocasiones, no difiere mucho del ruido que hacen los músicos cuando están afinando sus instrumentos. Si alguien quiere escuchar música orquestal medio decente, debe pagar una entrada de cine. ¡Qué pena que Jerry Goldsmith lleve ocho años muerto! John Williams siempre es maravilloso y cada vez me gusta más Howard Shore. Para experimentos, me bastan Clint Mansell y Jonny Greenwood.