El León de Cinco Leones

Ahmad Shah Masud (1953-2001)

En El valle de los leones (1985), Follett no temió mostrar su verdadero rostro: "Masud es un musulmán fundamentalista, y si alguna vez llega al poder, lo primero que hará será caer sobre las mujeres. Jamás les permitirá votar, les quiere quitar los pocos derechos que ya tienen. ¿Y cómo crees que tratará a sus oponentes, dado que su héroe político es el ayatolá Jomeini?" En Occidente, empero, se recordaban sus años de lucha contra los soviéticos. Se prefirió olvidar que en 1992, cuando asaltaba Kabul, dejó convertida la ciudad en una pura ruina. Después, como ministro de Defensa en el gobierno de Rabbani, amparó diversos crímenes. Sin embargo, cuando los talibanes tomaron el poder en 1996, Masud se convirtió en líder de la Alianza del Norte y se le comenzó a ver como un taumaturgo. En abril de 2001 se puede decir que paseó por Europa en loor de multitud: en Estrasburgo se entrevistó con Nicole Fontaine, la presidenta del Parlamento Europeo; en Bruselas, con Javier Solana, responsable de la política exterior comunitaria; en París, con el ministro francés de Exteriores. El 9 de septiembre, murió víctima de un atentado suicida. Muy oportunamente.



Pronto comenzó el proceso de hagiografización de Masud. Dos meses después de su muerte, la Alianza del Norte conseguía ocupar Kabul. Desde luego, el Blitzkrieg fue posible gracias a la ayuda de los estadounidenses, enfurecidos por los atentados del 11 de septiembre. La capital afgana se llenó de retratos de Masud, cuyo rostro se convirtió en una especie de salvoconducto.



Los galos premiaron, desde luego, su dominio del idioma francés: algunos parlamentarios le presentaron como candidato al premio Nobel de la Paz y, en 2003, su efigie apareció en un sello de correos. Supongo que los filatelistas también tendrán estampillas de La Poste dedicadas a Sadam Husein y Jomeini.