Antirradar



Cada día, en una tertulia radiofónica que suelo seguir, anuncian un dispositivo antirradar que avisa de la presencia de un radar fijo de la Guardia Civil. Aseguran que este aparato permitirá a sus compradores viajar más tranquilos y seguros. Informan de que es completamente legal.

No entiendo por qué la gente se gasta el dinero en un antirradar. Mi coche, que tiene ya dieciséis años, cuenta con un dispositivo antirradar de serie, en el cuadro de mandos. Es el cuentakilómetros. Me advierte de que, si en una carretera la velocidad máxima es de 90 km/h y voy a 100, debo bajar la velocidad.

¿Por qué la gente considera que puede conducir más rápido de lo que lo indican las señales? Observar a los conductores me ha hecho llegar a algunas conclusiones. Hay quien piensa que tiene que tardar un tiempo determinado en recorrer una determinada distancia, en llegar, por ejemplo, de Jaén a Los Villares. El problema está en que se puede encontrar todos los semáforos cerrados cuando sale de Jaén, algo de tráfico, un tractor inoportuno. Trata de enjugar el tiempo perdido rebasando la velocidad límite.

Otros consideran que la carretera es tan peligrosa como el frente ruso. Cuanto más rápido vayan menos tiempo pasarán en un sitio tan expuesto.

Por eso necesitan dispositivos antirradar, porque encuentran razones, las razones del diablo de las que hablaba Juan de Mairena, para rebasar la velocidad máxima.