Cabellos teñidos
A pesar de lo que se dice en los Evangelios (Mateo 5, 36), hombres y mujeres han demostrado que sí se puede cambiar el color de los cabellos. Y aunque se considera normal que las mujeres se apliquen tinte en el pelo, los cabellos teñidos en los hombres se consideran extraños, ridículos. Agatha Christie, cuando presentó por vez primera a Poirot, precisamente llamaba la atención sobre la antinatural negrura de los cabellos del detective belga: "Por encima de la tapia, a mi izquierda, surgió un rostro humano, que pertenecía a una cabeza semejante a un huevo, parcialmente cubierta de cabellos de un negro sospechoso y en la cual destacaban un mostacho enorme y un par de ojillos despiertos."
Las mujeres no tratan de disimular que llevan los cabellos teñidos. Los hombres, sí. Todavía recuerdo lo que dijo el antiguo presidente de Filipinas, Joseph Estrada, que el color de su pelo era natural, a diferencia del de Reagan. Los autócratras árabes (Sadam Hussein, Hosni Mubarak, Ben Ali...) nos obsequiaron con un ameno muestrario de pelos teñidos.
El caso más curioso de pelo teñido fue el de Felipe González: en 1982, bajo la supervisión de la cineasta Pilar Miró, se tiñó de blanco las sienes para dar una imagen de madurez. Luego, durante su mandato, el color de su cabello fue cambiando al tiempo que cambiaba su política. En el año 96, no llevaba el cabello teñido. De hecho, ese año leí en algún sitio que teñirse el pelo era de derechas.