La batalla de Bailén



La historia de España está llena de batallas clásicas (Baecula), mitológicas (Covadonga), heroicas (Lepanto) trascendentes (Navas de Tolosa), esforzadas (Cholula). Bailén entra dentro de las batallas chuscas. Las tropas españolas luchaban por un rey que vilmente acababa de renunciar al trono. Las tropas francesas trataban de imponer en España el nuevo régimen que se había instaurado en Francia tras la caída de los Borbones. Las tropas españolas estaban comandadas por Castaños, pero su único mérito fue quitarle todo el mérito a Reding, el verdadero artífice de la capitulación francesa. El general en jefe de las tropas francesas, Dupont, era uno de los militares más torpes de los que sirvieron durante las guerras de la Revolución y el Imperio: se rindió cuando dos tercios de sus tropas no habían entrado aún en combate e incluso incluyó en la capitulación a estos soldados, que no habían tenido la oportunidad de batirse y a los que esperaba un destino terrible en Cádiz y Cabrera. 

Al final, la batalla acabo en tragedia: España, que podría haber entrado en la Edad Contemporánea, decidió regresar a la Edad Media. En todo el país se celebró el triunfo del oscurantismo, de la reacción.

Y todavía hay quien habla de la victoria de Bailén.