Nomofobia



Cuando voy por la calle, siempre me resulta curioso encontrarme con esa gente que habla por el móvil. Cuando paso a su lado, sorprendo trozos de conversación: alguien va a llegar tarde, hoy se ha levantado a las siete y media, Julia no estaba en el despacho, acaba de comprarse unos zapatos, necesita un café, este año irá de vacaciones a Almería, hace mucho calor, se ha estropeado el wifi. Hablan, hablan, hablan. Es lo peor que tiene el teléfono: no puedes dejar de hablar, no puedes permitir que el silencio dure más de unos segundos. Sospecho que esas personas que no paran de hablar por el móvil no tienen nada que decirse.