Vicente Rojo



Hace unos años aparecieron varios libros que ponían en duda el genio militar del último dictador español (Franco no estudió en West PointLa incompetencia militar de Franco), al tiempo que se publicaban elogiosos estudios del más competente militar republicano, Vicente Rojo. El caso es que un general acabó en El Pardo, mientras que el otro se quedó en paro y se lanzó a las Américas. Finalmente, se fijó en su currículo el ejército de Bolivia, un país cuyo máxima hazaña militar fue la participación en la Guerra del Pacífico (supongo que aquí debería haber utilizado uno de los signos que Xul Solar recomendaba para indicar la ironía).

Desgraciadamente, Vicente Rojo no era ese gran estratega que tratan de mostrar los historiadores militares. ¡Por Dios, el Ejército Popular acabó vencido y despedazado! Sí, desde luego logró evitar que Madrid cayera en manos de los sublevados en noviembre de 1936. A partir de entonces, el nuevo Ejército Popular pasó al ataque. Rojo se empeñó en organizar ofensivas bien planteadas, pero muy por encima de las posibilidades de las tropas republicanas: Zaragoza, Teruel, el Ebro...  Quizá hubiera debido bloquear las ofensivas del ejército sublevado, alargar la guerra,  la única oportunidad que hubiera tenido la República de sobrevivir. 

El caso de Rojo me recuerda el de Conrad von Hötzendorf, jefe del Estado Mayor austriaco durante la Gran Guerra, reconocido como la máxima figura militar de la contienda. Todavía me sigo preguntando por qué.